La infanta Cristina está sumida en una crisis que tiene preocupada a la familia
Cristina sigue viviendo obsesionada con su exmarido
El largo y tedioso proceso de divorcio que tuvo que superar la infanta Cristina es algo que ha pasado una muy seria factura a la hija de Juan Carlos I. Y es que, lejos de ser capaz de pasar página y así superar su complicada y delicada relación con Iñaki Urdangarin, la infanta Cristina ha seguido viviendo muy obsesionada con la vida que lleva su exmarido junto a Ainhoa Armentia, a la que odia profundamente y a la que culpa por todos los males que ha estado sufriendo últimamente. Lo que la ha llevado a buscar todas y cada una de las formas posibles para hacer daño a la relación entre Iñaki y Ainhoa.
En este sentido, tal y como aseguran fuentes cercanas a la Casa Real, no han sido pocos los esfuerzos por parte de la infanta Cristina para pasar página y olvidar su vida pasada al lado de Iñaki Urdangarin. Trata de aparentar que vive feliz en su soledad y que ya no piensa en su exmarido. Sin embargo, los que conocen de verdad a la hermana de Felipe VI, aseguran que está muy mal a nivel mental.
Cristina busca manipular a sus cuatro hijos
De hecho, la obsesión de la infanta Cristina ha llegado a tal punto, que no está dispuesta a tolerar que Juan, Pablo, Miguel e Irene pasen tiempo de calidad con su madrastra. Por lo que, en la medida de lo posible, hace que no vean ni se acerquen a Ainhoa Armentia ni a Iñaki Urdangarin.
Cristina lleva meses haciéndose la fuerte
Cabe destacar que no han sido pocos los esfuerzos de la infanta Cristina a la hora de tratar de ocultar su dolor por la ruptura con Iñaki Urdangarin. Los que la conocen saben que no está bien y que las fotografías de Iñaki y Ainhoa paseando felices, le hacen un daño tremendo a su salud mental. Llevando a la hija de Juan Carlos I a pasar días enteros sin comer ni hablar con nadie.
Por otro lado, Cristina lleva todo esto en secreto y sin pedir ayuda a nadie. Para evitar que la vean afectada, contrata a estilistas y trata de proyectar una imagen fuerte y sólida de ella misma. Algo que, al fin y al cabo nadie se ha creído.